Por Elizabeth Devitt /Mongabay Latam

Traducido por Natalia Steckel

Mongabay presenta una mirada a la ciencia de la conservación en progreso: Rocío Palacios acepta el desafío de proteger a un gato “fantasma”.

Encontrar a Jacobo: un gato andino cautiva a los conservacionistas
  • El gato andino está presente en áreas remotas desde el centro de Perú hasta la estepa patagónica. Adaptado perfectamente a medioambientes extremos, este felino pequeño se ve amenazado por la degradación del hábitat y por la caza pero, por sobre todas las cosas, sufre el anonimato: es difícil salvar a un animal al que nadie puede ver.
  • Hay tan pocos ejemplares de estos gatos en peligro de extinción esparcidos por áreas tan extensas que hasta sus defensores nunca han visto a la especie a la que intentan proteger. Pero los esfuerzos de conservación que podrían salvar a este gato también podrían preservar las áreas silvestres donde vive.
  • Cuando se encontró un gato andino macho merodeando por un campo de fútbol, los miembros de Alianza Gato Andino acordaron renunciar a la oportunidad extraordinaria de estudiar al animal en cautiverio y, en su lugar, intentaron devolver a Jacobo a su vida silvestre.
  • Las coordinadoras de Alianza Gato Andino, Rocío Palacios y Lilian Villalba, organizaron la liberación voluntaria multinacional. Las conservacionistas le colocaron a Jacobo un collar con GPS y esperan que, al rastrear su recorrido, puedan descubrir datos nuevos sobre este gato reservado, considerado un símbolo de los Andes.
Los gatos andinos sufren una crisis de identidad: con tan pocos ejemplares que rondan un paisaje montañoso tan extenso en Latinoamérica, la mayoría de las personas no saben cómo son. Foto cortesía de Alianza Gato Andino
Cuando un gato andino (Leopardus jacobita) apareció de repente en el medio de un campo sintético de fútbol en Bolivia, el felino silvestre estaba lejos de cualquier sitio que podría haber sido su hogar. Sin saber qué hacer, los locales colocaron al animal en peligro de extinción en una jaula y se lo entregaron a las autoridades.

Aún es un misterio cómo el felino del tamaño de un gato doméstico terminó a una distancia tan grande de sus zonas habituales en lo alto de las montañas de Chile, Argentina, Bolivia y Perú. Sin embargo, esta circunstancia extraordinaria les permitió a los conservacionistas aprender sobre un animal al que se dedicaban a salvar, pero al que muy pocas veces habían visto.

No es sencillo encontrar un gato andino. Solo existen 1378 adultos esparcidos en más de 150 000 km2 (unas 600 000 m2) de tierras altas desde el noreste de Perú hasta la Patagonia, según las primeras cifras de población publicadas el año pasado en el sitio de la lista roja de la UICN. Este único cálculo de población es uno de los mayores logros de Alianza Gato Andino, ya que calcular la cantidad de población de una especie con baja densidad es un desafío enorme, según comentó Rocío Palacios, bióloga y coordinadora de la organización, que tiene equipos de voluntarios dedicados a proteger a este felino silvestre a lo largo de su hábitat.

Solo existen 1378 gatos andinos adultos esparcidos en más de 150 000 km2 (unas 600 000 m2) de tierras altas desde el noreste de Perú hasta la Patagonia. Foto cortesía de Alianza Gato Andino
Huellas de un gato andino. Los avistamientos de estos felinos en peligro de extinción son tan escasos que la información suele recopilarse a partir de excrementos y de imágenes de cámaras trampa. Foto cortesía de Alianza Gato Andino

Si bien los gatos viven en zonas remotas, a unos 3600 m de altura (unos 12 000 pies), su hábitat es rico en depósitos de carbón, petróleo y minerales tales como estaño. plata y oro, por lo que el felino solitario compite cada vez más con la industria minera por su territorio. También se ven amenazados por cazadores locales quienes, en un esfuerzo por proteger al ganado de depredadores más grandes, a menudo matan a los gatos también.

Los gatos silvestres de pelaje grueso también sufren una crisis de identidad: con tan pocos ejemplares que rondan un paisaje tan extenso, la mayoría de las personas no saben cómo son. Si lo llegan a ver, a menudo lo confunden con el gato de las pampas, cuyo hábitat se superpone. Al tener un perfil tan bajo, puede ser difícil conseguir apoyo para su preservación.

“Esto es más que salvar a un gato —sostiene Palacios—. Este animal es un símbolo de los Andes. Cuando hablamos de salvar a un gato, hablamos de salvar todo un paisaje”.

Para muchos conservacionistas, el tiempo compartido con Jacobo cuenta como su primer avistamiento de un gato andino. Rocío Palacios lo observa mientras Jacobo está anestesiado para un examen veterinario. “Ahora, aunque no participo directamente en el rastreo de Jacobo, siempre estoy tratando de averiguar dónde está; es como un niño que va a estudiar al exterior: todos verifican cómo le está yendo”, comentó Palacios. Foto cortesía de Alianza Gato Andino

Mongabay: ¿Qué la motiva a salvar un animal que nunca ve?

Palacios: Muchos me hacen esa pregunta. Al principio, era difícil de responder porque no podía entender esta idea de tener que ver al animal que estás estudiando para poder trabajar con ese animal.

Siempre me gustó estudiar a los carnívoros pero, donde vivo, en Argentina, no hay leones. Tenemos gatos pequeños, y están en constante movimiento, por lo que es muy difícil encontrarlos. Es un trabajo de detectives: busco señales y huellas para deducir lo que los gatos estuvieron haciendo y cómo interactúan. A partir de la recolección de pruebas, armamos su historia de vida. Pero no se trata solo del gato. El gato es un símbolo de mi trabajo.

Una de las experiencias más fuertes de mi vida fue la primera vez que fui a los Andes en busca del gato y a recolectar excrementos. Estaba sentada sobre una piedra y no podía ver señales de presencia humana: ni gente, ni rutas, ni nada humano. Aunque había estado yendo a las montañas desde que era niña, nunca había experimentado esa sensación de completa armonía con la naturaleza.

La preservación puede ser una profesión muy desafiante: la mayoría de las veces parece que la batalla ya está perdida. El gato andino es como mi arma secreta, un símbolo de ese recuerdo de completa armonía con la naturaleza.

El fototrampeo provee la mayoría de la información actual sobre los gatos andinos. Es difícil encontrar collares de rastreo que funcionen bien en este gato pequeño. Las señales VHF, por ejemplo, no son las herramientas más efectivas en un terreno montañoso irregular donde, si un gato está durmiendo en una cueva, uno podría estar parado justo encima y no recibir señal. Foto cortesía de Alianza Gato Andino

Mongabay: ¿Qué han aprendido los conservacionistas de Jacobo?

Palacios: Encontrar a Jacobo fue muy importante. Los investigadores y profesionales voluntarios de AGA [Alianza Gato Andino] hemos trabajado juntos por mucho tiempo y siempre nos encontramos con preguntas sobre la historia de vida del gato: ¿cuántas crías tienen? ¿Cuál es la época de celo? ¿Cuál es su fisiología? Estas son preguntas básicas que no podemos responder porque nunca habíamos tenido uno en cautiverio para estudiar. Antes de Jacobo, ni siquiera conocíamos la composición de la sangre.

Inmediatamente después de haber encontrado a Jacobo, se decidió que el mejor lugar para él sería el zoológico municipal Vesty Pakos, en La Paz [Bolivia]. Armaron un recinto especial para él, así no se acostumbraba a los humanos, y lo cuidaron muy bien; hasta aumentó un par de kilos durante su estadía.

Se formó una comisión interinstitucional, organizada por AGA, para controlar todo lo relacionado con el bienestar de Jacobo. Planeábamos liberarlo después del invierno, cuando el clima no fuera tan severo. Luego, comenzó a mostrar señales de estrés en cautiverio; una señal de alarma enorme sobre la necesidad de liberarlo rápido. Comenzó a sentirse como una urgencia.

Aunque todos queríamos lo mismo, era difícil trabajar juntos porque la gente estaba en distintos países y todos tenían un trabajo regular para mantenerse. Además, el proceso de liberación en sí era complejo. Por ejemplo, necesitábamos un análisis de sangre para asegurarnos de que Jacobo estaba saludable antes de liberarlo, pero no había laboratorio en Bolivia que pudiera hacerlo, por lo que la muestra debió enviarse a un especialista en Chile. Eso requería permisos especiales en corto tiempo. Después de que los resultados dieron bien, necesitábamos camiones, expertos en liberaciones y un collar para rastrearlo. Todo eso cuesta dinero y —excepto los camiones— AGA financió la mayoría de los servicios requeridos.

Jacobo sale de su jaula transportadora. Foto: Juan Reppucci / cortesía de Alianza Gato Andino

La tecnología de rastreo no está desarrollada para gatos pequeños, y no es posible ordenarla a medida para un individuo particular. Solo cinco gatos andinos han llevado un collar, y no hemos recogido información suficiente de estos. El primer collar se colocó en Bolivia a un gato llamado Sombrita y, unos seis meses después, lo mató una persona de la zona, quien tenía problemas con el área protegida que se había establecido hacía poco por allí. Más tarde, se colocaron algunos en Argentina, pero hubo problemas con todos: se les cayeron demasiado rápido o simplemente dejaron de grabar. No existe una tecnología desarrollada para este tipo de especie, por lo que la mayoría de nuestros datos surgen a partir de excrementos y de cámaras trampa.

Finalmente, todo se resolvió, y liberamos a Jacobo en el Parque Nacional Sajama, en Bolivia. Después de unos días de rastrear su señal de radio, el gato comenzó a aventurarse más lejos.

Mongabay: ¿Cuáles son los próximos pasos para la preservación del gato andino?

Palacios: Nuestro objetivo inmediato es detener la caza. Mientras finalizaba mi investigación en el norte de la Patagonia, más de la mitad de los datos de ese trabajo provenían de gatos muertos. Eso es más de veinte gatos muertos, lo que representa un número muy alto en una especie de baja densidad.

Parte de nuestro programa de mitigación en Chile y en Argentina incluye entrenar perros guardianes para mantener a los depredadores alejados de los rebaños de cabras en las comunidades [montañosas]. De esa manera, los gatos pequeños no morirán junto con los pumas, que son los verdaderos depredadores de ganado. Queremos extender el programa lo más rápido posible.

Otra parte del programa consiste en llevar artistas a las escuelas para ayudar a los niños a pintar murales que muestren al gato andino y su lugar importante en el paisaje. En estas áreas aisladas, las escuelas son lugares de reunión para la comunidad, por lo que todos ven estos mensajes de conservación.

También necesitamos pura investigación sobre el nivel genético de la especie. Puede sonar aburrido, pero tengo la fuerte sospecha de que podrían existir dos subespecies de gato andino, y necesitamos saber [si es verdad o no] para adaptar nuestras acciones de preservación.

Primer plano de Jacobo, momentos antes de su liberación. Foto: Juan Reppucci / cortesía de Alianza Gato Andino

El próximo año, también queremos comenzar una red de monitoreo en áreas protegidas. Ese fue mi proyecto principal en un trabajo de campo anterior. Si se implementa bien, el gato andino se convertirá en parte del plan de acción para las áreas protegidas. Eso funciona como una herramienta de preservación porque ayuda a detectar cambios repentinos en las tendencias demográficas.

Y, por supuesto, está Jacobo. Necesitamos continuar siguiéndolo. Fue liberado en una zona muy remota, en un parque que se extiende por Bolivia y por Chile. Cuando fuimos al campo a buscar las señales [de radio del collar] en octubre, noviembre y diciembre, tuvimos una señal lejana una vez y nunca más. Estamos intentando organizar un sobrevuelo para buscarlo una vez más antes de que la batería de la radio se agote.

Aunque es decepcionante no saber dónde está exactamente, es bueno que Jacobo se haya alejado del lugar de liberación en busca de un sitio adecuado para convertirlo en su propio territorio. Está allí, en alguna parte y, como sabemos que cada ejemplar es importante, sabemos que hicimos lo mejor que pudimos por él al liberarlo.

Jacobo es mucho más que otro gato para nosotros: es un símbolo de los Andes. Así como un ser viviente necesita de un alma, el alma de los Andes está representada por Jacobo.

Más sobre el tema:

Lucherini M, Palacios R, Villalba L, Iverson E. (2012) A new Strategic Plan for the conservation of the Andean cat. Oryx. Vol. 46, pp. 16-17.

Novaro AJ, Walker S, Palacios R, et al. (2010) Endangered Andean cat distribution beyond the Andes in Patagonia. Cat News. Vol. 53, pp. 8-10.

Villalba L, Lucherini M, Walker S, Lagos N, Cossios D, Bennett M, Huaranca J. 2016. Leopardus jacobita. The IUCN Red List of Threatened Species 2016: e.T15452A50657407.

Walker S, Funes M, Heidel L, Palacios R. (2014) The Endangered Andean cat and fracking in Patagonia. Oryx. Vol. 48, pp. 14-15.

Jacobo explora el sitio de liberación en un parque remoto. Unos momentos más tarde, este “gato fantasma”, visto por primera vez en un campo de fútbol en Bolivia, desapareció entre la naturaleza. Foto: Juan Reppucci / cortesía de Alianza Gato Andino

Fuente: Mongabay

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