Por Luis Alberto Guevara López

(Este reportaje es una alianza periodística entre la Red Ambiental de Información – RAI y Correo del Sur)

Los perros, pumas y humanos se han convertido en una trilogía peligrosa para los cóndores que, en los últimos tres años, fueron víctimas de muertes masivas en Tarija y Chuquisaca. Los campesinos optaron por envenenar a los pumas debido a los daños que estos le causan a sus animales domésticos y cultivos. Los cóndores, que nada tienen que ver en este asunto, terminaron perdiendo la vida y con ello reduciendo la población de una especie que se encuentra categorizada como Vulnerable, según el Libro Rojo de Vertebrados de Bolivia. En tres años, solo por envenenamiento, en el país, murieron 45 ejemplares.

Para los campesinos, el problema radica en la falta de una opción efectiva para deshacerse de los depredadores, por eso recurren a la vía más fácil de eliminarlos utilizando una carnada con veneno, que no es otra cosa que el uso de “carbofuranos” o “agroquímicos” que, en realidad, no necesitan comprar, sino que tienen a disposición en casa porque es un componente esencial para la producción agrícola.

Pero, no hay que descartar que también podría haber una directa intencionalidad de las personas de querer deshacerse de los cóndores, porque en algún momento atribuyeron la pérdidas de sus ovejas, chivas y terneros que pastan por los cerros a garras de estas aves enormes.

Sin embargo, la relación de los vecinos de la comunidad La Ciénega del municipio de Tarabuco en Chuquisaca, donde los cóndores suelen comer los restos de los animales, a menos de 200 metros de las casas, o el compromiso que tienen los habitantes de 10 comunidades del Área Protegida El Palmar (Chuquisaca), puede constituirse en un ejemplo de que la convivencia entre cóndores y humanos puede ser posible.

UNA ESPECIE VULNERABLE

Se estima que la población de cóndores en el país es de alrededor de 1.400 de los 6.000 a 7.000 que hay en Sudamérica, según un censo que se realizó en 2014, recuerda el biólogo del Programa de Investigación de Aves Rapaces en Bolivia, Diego Méndez, quien recalca que ese entonces se abarcó el 70% del territorio que ocupan estas aves y pronto se encarará un nuevo conteo.

“Estaríamos hablando que en Bolivia, probablemente, tenemos un quinto de la población global del cóndor, más o menos. Un 20% de la población global de la especie estaría en nuestro país”, sostiene.

La presencia del cóndor abarca los departamentos de La Paz, Oruro, Potosí, Cochabamba, Tarija y Santa Cruz, “donde la topografía es accidentada y agreste”, resalta Méndez.

El cóndor de los Andes es una de las especies rapaces más grandes del neotrópico. El largo de su cuerpo es de 120 centímetros, alcanzando una envergadura de 300 cm y un peso de alrededor de 12 kilogramos. 

Según el Libro Rojo de la Fauna Silvestre de Vertebrados de Bolivia, este rapaz, cuyo nombre científico es Vultur gryphus Linnaeus, está en la categoría Vulnerable y entre sus amenazas están: ‘’la expansión de la frontera agrícola hacia bosques alto andinos y páramos, la desaparición de grandes mamíferos silvestres los cuales al morir eran su alimento, e indudablemente la persecución directa o la caza furtiva de la especie por considerarse falsamente como una amenaza para el ganado doméstico principalmente.’’

EL CÓNDOR EN CHUQUISACA

En Chuquisaca, la población de cóndores con mayor número se localiza en los cerros cuyas aguas caen al Río Pilcomayo, por los municipios de San Lucas, Villa Charcas, Incahuasi, Tarvita y Azurduy, señala el dirigente de la comunidad El Fuerte de Incahuasi, Mijael Mamani.

El jefe de Guardaparques del Área Natural de Manejo Integrado (ANMI) El Palmar, Tomás Calahuma, apunta, justamente, a esta zona como otro punto de alta concentración de cóndores.

De la misma manera, otros espacios se localizan en los municipios de Icla y Sopachuy por la Serranía de Sombreros, Tarabuco y Culpina, sin descartar la presencia de estas aves en la región del Chaco.

CASOS DE ENVENENAMIENTO

Calahuma rememora que a lo largo de tres años en el sur del país, en los departamentos de Tarija y Chuquisaca, murieron 45 cóndores por envenenamiento en tres eventos considerados masivos, por activistas, aunque en uno solo se logró establecer la evidencia de la presencia de veneno. En los otros dos casos no se pudo evidenciar, debido a que las muestras no fueron tomadas a tiempo para el análisis en laboratorio.

El primer hecho de envenenamiento masivo ocurrió en febrero de 2021, en la comunidad de Laderas Norte de Tarija, cuando se reportó la muerte de 34 cóndores cuyos cadáveres yacían junto a un chivo, tres perros y otras aves carroñeras. El hecho fue calificado como biocidio, pero la investigación se estancó en la localización de los cuerpos y no hubo más seguimiento al tema. “Esta es una gran pérdida para la población de cóndores, porque hay que recordar que es una especie ya al borde de la extinción”, enfatiza Méndez.

El segundo hecho de muerte masiva ocurrió en julio de 2022, en la comunidad de Cororo del municipio de Tarabuco, donde seis cóndores murieron por envenenamiento, luego de comer la carne de un perro muerto. En este episodio dos cóndores fueron rescatados intoxicados y después devueltos a su hábitat.

El tercer triste acontecimiento sucedió en julio de 2023, en la comunidad de El Fuerte en el municipio de Incahuasi, donde cinco cóndores perdieron la vida por envenenamiento. Esta hipótesis está debidamente probada, pues el resultado de un análisis de laboratorio que mandó a realizar la Gobernación de Chuquisaca dice que perecieron por consumir carbofuranos, además se encontró el cuerpo de un perro y de un zorro, lo que indica que comieron carne de esos animales.

CAUSAS DE LOS ENVENENAMIENTOS

¿La gente tiene la intención de envenenar a los cóndores? Una primera hipótesis apunta a que no, pero, en los hechos, aunque de manera indirecta, termina matándolos dentro de una cadena de actos dramáticos que inician con la presencia de perros o pumas que se comen los animales domésticos de los campesinos (cabras, ovejas o terneros). Es así, que a manera de repeler estos ataques, los campesinos afectados recurren a colocar veneno en algún alimento, para que los depredadores del ganado no se los coman. 

“Este método, esta forma de querer solucionar el problema, es un problema en sí mismo, no es ninguna solución”, explica Méndez para después asegurar que aquí es donde entran los cóndores que, al ser carroñeros, van a alimentarse de estas carroñas envenenadas y mueren”. Pero las víctimas no se cuentan de a uno, sino que “mueren muchos cóndores, hasta decenas”, debido a que estos animales suelen formar grupos para acabar con la presa, que no es otra cosa que un perro o puma envenenado. “Si se quiere, es la amenaza perfecta o la amenaza más terrible para la especie”, resalta.

La segunda hipótesis tiene que ver con la intencionalidad directa de los humanos de eliminar los cóndores, cuando los campesinos están plenamente convencidos que sus animales domésticos murieron por garras de estas aves.

“El cóndor, sí, también nos causa daño en pocas cosas, porque nosotros tenemos muchas ganaderías en los puestos y en los altos. Las vacas que están preñadas lo pare y le quitan, le comen. Ese daño hacen los cóndores”, cree Mamani.

Sin embargo, el experto en cóndores matiza esta teoría de la siguiente manera: “Yo reconozco que en Bolivia todavía no tenemos suficiente evidencia de primera mano, no hemos colectado la cantidad suficiente de datos ni los hemos analizado para decir, a ver, en nuestro país, la gente tiene una tendencia a eliminar a los cóndores porque los cree dañinos”.

Más adelante, Méndez, aclara: “Tampoco podemos decir que podemos descartarlo, no podemos descartarlo, pero sí manejemos que hay dos posibilidades, que las personas quieren eliminar a los cóndores o al intentar eliminar a otros animales terminan eliminando a los cóndores”.

USO DE VENENO

Para envenenar a los animales que causan daño a los campesinos, ellos no necesitan comprar el veneno pues ya lo tienen a disposición, debido a que recurren a los agroquímicos que habían adquirido para fumigar y eliminar las plagas de sus cultivos.

“En los casos de envenenamiento que han sido evaluados no solo en Bolivia sino en otros lugares donde se reportaron cóndores envenenados, se ha visto que los carbofuranos, por ejemplo, son los venenos más usados y son productos de uso generalmente agrícola para fumigaciones”, asegura el experto en cóndores Diego Méndez.

Para corroborar esta afirmación tomamos un hecho concreto, el ocurrido con la muerte de cinco cóndores en la comunidad de El Fuerte (Incahuasi) (julio de 2023) cuyas muestras de tejidos internos fueron enviadas a laboratorio y el resultado fue que consumieron “veneno”, según la Secretaría Departamental de Medio Ambiente de la Gobernación de Chuquisaca.  

En ese sentido, Méndez sugirió trabajar en dos líneas: “Por un lado, de la regulación del veneno; por otra, educar a la gente, pero no solo cuando pasa algo, sino constantemente indicando que envenenar una carroña no es una solución, sino un problema y mucho más grave en sí mismo”.

El dirigente de la comunidad El Fuerte, Mijael Mamani explica que esta forma de actuar de los campesinos se debe a que “los perros hacen daño y ahí le colocan veneno”.

CONSECUENCIAS

La reproducción de los cóndores es “muy lenta”, afirma Méndez y a continuación detalla, que un cóndor recién alcanza la madurez sexual entre los ocho y nueve años de edad, pero a ese tiempo hay que sumarle otros tres años que necesita para formar pareja, lo que quiere decir que a partir de los 12 años recién puede comenzar con su ciclo reproductivo.

Después, un cóndor hembra pone “un huevo, en cada puesta”, que necesita de unos 60 días de incubación. Tras el nacimiento del pichón este permanece seis meses en el nido al cuidado permanente de los padres hasta que aprenda a volar y otro tanto hasta que sea independiente, lo que demuestra que “el ciclo reproductivo es lento” y no se reproducen cada año.

Entonces, explica el experto, si “de golpe” (al mismo tiempo) se produce una muerte masiva de los cóndores, como las ocurridas en Laderas Norte (2021, Tarija), Cororo (2022, Chuquisaca) y El Fuerte (2023, Chuquisaca) “esto es una gran pérdida para la población de cóndores”, dice Méndez.

Adicionalmente, ambos hacen notar que en cada ataque masivo suelen morir cóndores en edad de reproducción, jóvenes y adultos, lo que es un impacto muy negativo para la población. 

ACCIONES DE PROTECCIÓN

En el área rural, con el paso del tiempo, el compromiso de protección de los campesinos hacia estas aves crece poco a poco. “Nosotros como comunarios, como vivientes de la comunidad, tenemos que proteger y cuidarlos”, afirma el vecino de la comunidad La Ciénega, Efraín Cuellar, al recordar que sus padres y abuelos les enseñaron a que a los cóndores “no los podemos maltratar ni tampoco cazar”.

Por su parte, Mamani, de la comunidad El Fuerte, señala que falta más socialización en las comunidades sobre los cóndores y señala que son los jóvenes, aquellos que hicieron su servicio militar, son quienes saben más sobre el significado de esta ave.  “Muchos quieren al cóndor porque siempre es nuestro símbolo patrio, es un símbolo a nivel Bolivia”, manifiesta.

El cóndor de los Andes es reconocido como símbolo patrio nacional. Foto: ANMI El Palmar.

Este nivel de socialización y de compromiso es mucho más evidente en la ANMI El Palmar, donde las 10 comunidades, que son parte de esta área protegida, “están sensibilizadas, se apropian del área protegida”, asegura Calahuma, aunque reconoce que también “hay conflictos fuertes con el cóndor en las comunidades que hacen parte del área protegida”, por ejemplo, el ataque a sus animales.

Sin embargo, recalca que la mayor preocupación se centra fuera del área protegida, en otras comunidades, donde “existe todavía este tipo de riesgo para la especie”.

En esa línea, Calahuma sostiene que, como ANMI El Palmar, están trabajando con otras instituciones, que también se dedican a la protección de los animales, a través de “pequeñas iniciativas, proyectos que vayan a sensibilizar a la gente”.

TAN CERCA DE LA GENTE

Un hecho muy particular ocurre en la comunidad La Ciénega (Tarabuco) donde los cóndores, desde hace mucho tiempo, acostumbran comer los restos de perros a menos de 200 metros de un grupo de casas que están a la vera de la carretera Sucre – Tarabuco.

“Desde que yo siempre estuve aquí, yo veía que siempre venían los cóndores. No sé por qué vienen tan cerca, pero vienen cerca”, dice el vecino de La Ciénega Alexander Ávalos de 30 años de edad.

Por su parte, el vecino de la misma comunidad, Efraín Cuellar, explica que la aparición de los cóndores ocurre “cuando mueren algunos perros en la carretera y de pronto les sacan hacia las faldas de los cerros. Es un motivo para que los cóndores aparezcan”.

Con el cadáver del animal a disposición, los cóndores suelen darse un festín que puede durar uno o dos días sin que sean perjudicados por la gente o cualquier otro animal.

“Ya nos hemos acostumbrado a convivir, porque es bonito ver, porque aparecen unos cóndores grandes, pequeños, chiquitos y a veces corremos para hacer volar. Una maravilla es”, manifiesta Cuellar.

Sin embargo, él mismo aclara que “la gente no acostumbra a darlos (carroña) de manera voluntaria, sino cuando casualmente aparece algún animal muerto, recién es cuando los cóndores tienen carne a disposición”.

Por lo general, los cóndores aparecen uno o dos días después de que los restos del animal están a la intemperie y en medio de esto surge una superstición: “Escuché hablar a mis abuelos que para que un cóndor aparezca lo más rápido posible, hay que colocar su cabeza (del perro) hacia el sol. Así dicen que aparece en un día o dos días”, apunta Alexander Ávalos.

Méndez, en los últimos meses, observó un hecho curioso que está relacionado con la movilidad de los cóndores que, por lo general, acostumbran desplazarse grandes distancias o cambiar de lugares, pero resulta que los cóndores que fueron rescatados por la zona de Tarabuco y que llevan un chip para su seguimiento “no se han movido mucho, no se han alejado mucho”. ¿Será qué tienen comida a disposición?

UN SANTUARIO DE CÓNDORES

En el Área Natural de Manejo Integrado (ANMI) El Palmar, hay un Santuario de Cóndores donde todos los días, desde el mediodía hasta las 16:00, entre 30 y 40 cóndores, suelen llegar a una poza que está encima de unas rocas empinadas para beber agua y bañarse. Después, se posicionan en medio de unas peñas donde secan sus plumas, en un espectáculo de la naturaleza que se puede observar desde un mirador que fue construido para el efecto y que está a unos 200 metros de distancia.

El jefe de Guardaparques del ANMI El Palmar, Tomás Calahuma, destaca que este es un proyecto que está en consolidación y que lo hacen conjuntamente con la comunidad, para que se involucre más en el cuidado de estas aves y generen ingresos para su organización.

En ese sentido, detalla que desde la comunidad El Rodeo, en el municipio de Presto, hasta el mirador se construyeron seis kilómetros de camino y dos se deben transitar por una senda hasta llegar al mencionado lugar. Allí, se encuentra una pequeña infraestructura construida con elementos de la naturaleza, para no espantar a las aves desde donde se puede observar a los cóndores.

Actualmente se trabaja en concluir todo el sendero con la señalética incluida y a la par se gestiona la compra de binoculares y telescopios para que los turistas puedan observar con mayor detalle a los cóndores, pues llegan de todas las edades.

Calahuma explica que la compra de binoculares y telescopios se gestiona con la comunidad, para que sean los vecinos quienes se encarguen de alquilar a los turistas y así generar también ingresos directos para su comunidad.

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