Una campaña que busca recaudar fondos para continuar con un proyecto de conservación, recaudó Bs 8.400 hasta ahora. Restan alrededor de 1.200 crías que todavía esperan su oportunidad, hasta el 10 de diciembre.

Por Doly Leyton / La Región

Desde hace 25 años, a fines de noviembre, guardaparques de la Reserva de la Biosfera y Estación Biológica del Beni (EBB), liberan a su hábitat natural entre 2.000 a 3.000 crías de tortuga Podocnemis unifilis, una especie Vulnerable (VU), según el Libro Rojo de Vertebrados de Bolivia. Los individuos son fruto del proyecto “Quelonios”, impulsado por los guardaparques del área, que tiene como objetivo de salvar de la depredación miles de huevos para garantizar la conservación de estos animales. 

La principal amenaza de la “peta de río” es el saqueo de huevos para consumo y comercialización. Hay gente que también la caza para consumir su carne y hay quienes tienen la creencia, sin base científica, de que su grasa puede servir para fines medicinales.

Este año, alrededor de un centenar de personas se sumó al proyecto, mediante un aporte voluntario a cambio de un título simbólico de “padrino” o “madrina” de una cría que fue liberada.

Marcos Uzquiano, jefe de Protección de la EBB, informó a La Región que esta iniciativa, al igual que el proyecto Quelonios, nació de los guardaparques porque ninguna institución, ni pública ni privada, aporta los fondos que se necesitan.  

Hasta el momento, la recaudación alcanzó los 8.400 bolivianos, donados por 89 personas. Pero quienes estén interesados en apadrinar a otras tortuguitas, pueden hacerlo hasta el 10 de diciembre, en la cuenta corriente en bolivianos 10000035994902, a nombre del MMAyA SERNAP Fondo Rotativo en el Banco Unión. Los fondos recaudados serán invertidos en actividades de conservación de la especie.

El proyecto Quelonios, que cada año cierra con la liberación de las crías, empieza en julio, con acciones de sensibilización en las comunidades ribereñas, donde los guardaparques brindan información acerca de la importancia de proteger a la peta de río. En esta etapa se identifica también a las comunidades que se comprometen a colaborar en el proceso.

Tortugas Podocnemis unifilis listas para su liberación. Foto: Pedro Laguna.

A partir de agosto, época en la que las tortugas ponen huevos en las playas naturales del área protegida, los guardaparques hacen tareas de monitoreo de nidos para realizar la colecta y posterior traslado de los huevos a una playa artificial, en septiembre. Para esta labor se trabaja en el campamento “Los Petos”, un lugar a riberas del río Río Maniqui, custodiado para garantizar la superviencia de las futuras crías.

Luego de la “siembra” de los huevos en nidos en la arena, debidamente marcados, se espera hasta finales de octubre, cuando finalmente eclosionan. Cada cría es recogida y llevada a la guardería, un espacio que emula su hábitat natural. Allí recibe cuidados hasta que endura su caparazón y cura su ombligo, momento en el que están listas para ser liberadas.

Cuando el caparazón está duro y las crías tienen mayor posibilidad de sobrevivir, son liberadas en su hábitat natural.

“El objetivo principal es el repoblamiento y reforzar en las comunidades el conocimiento acerca de la importancia de su conservación. Ahora con la campaña buscamos que más gente se involucre en esta tarea que han asumido los guardaparques pero que no se puede hacer solo con la voluntad”, dice Uzquiano.

Los fondos recaudados son para combustible, reparaciones de motores, alimentación para los guardaparques y para que las brigadas de voluntarios puedan tener los suministros para monitoreo, control y vigilancia. También para el material que se usa para la pequeña guardería y la protección de los nidos artificiales. 

Este año se cosecharon poco más de 4000 huevos, de los que nacieron y se liberarán 2000 tortugas. Lo que comúnmente ocurre, según Uzquiano, es que si estos se quedaban en los nidos naturales hubiesen sido saqueados. Los depredadores cuando encuentran una playa con nidos, no dejan ni un huevo.  Todo termina en el mercado negro, donde el tráfico de huevos de tortuga es común. La mayoría de las tortugas liberadas para repoblar su especie no hubiese tenido siquiera la oportunidad de nacer.

Foto de portada: Pedro Laguna

Fuente: La Región

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