Un reportaje especial de la Red Ambiental de Información (RAI) e InfoAmazonia, publicado el pasado viernes 12 de febrero, reveló que tras una década de construcción de las centrales hidroeléctricas de Santo Antônio y Jirau, en el río Madeira, empezaron a aparecer nuevos impactos ambientales. Según la investigación, una población de 50 a 100 delfines rosados de río está atrapada entre las dos presas.

La situación no es reconocida públicamente por las empresas que operan las dos presas, pero ha sido alertada por investigadores y activistas que recientemente revisaron cientos de dictámenes técnicos y comunicaciones con el Ibama.

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Entre los delfines atrapados, hay dos especies distintas: el Inia geoffrensis e Inia boliviensis. Aunque son muy similares, son considerados especies diferentes. Si no se hace nada, a largo plazo, es probable que esta población de delfines atrapadas desaparezca. Los peligros son especialmente relevantes para el bufeo boliviano (Inia boliviensis), una especie que, como su nombre indica, es endémica de Bolivia.

Al tratarse de una investigación transfronteriza, este reportaje fue realizado en alianza con InfoAmazonia, con apoyo del proyecto ”Historias sin Fronteras” de InquireFirst, y publicada en Bolivia en alianza con el El Deber.

Lea aquí el reportaje especial completo en la plataforma interactiva

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Los otros atrapados

Además del delfín de río, las hidroeléctricas del río Madeira están afectando a especies de aves, peces y, por supuesto, a las comunidades ribereñas. Este reportaje forma parte del proyecto Historias sin Fronteras.

Por Eduardo Franco Berton y Gustavo Faleiros

La construcción de las represas hidroeléctricas en el portentoso río Madeira no sólo dejó atrapados a los bufeos de Bolivia y Brasil. Transcurridos más de 10 años desde el comienzo del embalse de este afluente del Amazonas, hay varios estudios que revelan otros impactos sobre las especies de aves y peces. Además, se discute cuál ha sido la influencia de estas grandes infraestructuras en el ciclo natural de las inundaciones.

Zonas de inundación

Poblaciones ribereñas del río Madeira han sufrido con inundaciones que no estaban pronosticadas 

Durante el proceso de autorización ambiental de las represas de Santo Antônio y Jirau, los técnicos del organismo brasileño de protección del medio ambiente, Ibama, señalaron que el área potencial inundada por los futuros reservatorios de agua estaba siendo sub-dimensionada. Y no sólo eso: algunas de las poblaciones que se verían afectadas se encontraban en comunidades ribereñas de Bolivia. Como medida para mitigar este riesgo, se adaptaron los proyectos de presas para que funcionaran sin necesidad de un gran espejo de agua. Así es como surgieron las que hoy se conocen como las primeras centrales hidroeléctricas “de pasada”, es decir, impulsadas sólo por el flujo natural del río.

Sin embargo, esta alternativa no parece haber sido plenamente eficaz. Ya que un estudio publicado en 2017 en la revista científica Remote Sensing Applications: Society and Environment, por Sheila M.V. Cochrane y otros investigadores, reveló que el área inundada era al menos 64,5%, o 341 km², mayor que la prevista originalmente durante la fase de estudio. Para hacer esta comparación, los autores analizaron imágenes de satélite entre 2006 y 2015. El artículo también muestra el preocupante hecho de que, entre las zonas inundadas, 160 km² corresponden a bosques nativos.

El dorado, otra de las especies migratorias más afectadas por las represas 

El dorado es otra especie migratoria afectada por las presas

Entre las especies más afectadas por la construcción de las represas de Santo Antônio y Jirau se encuentra el dorado, el pez de agua dulce que realiza la mayor migración jamás registrada, hasta 11.000 kilómetros en su ciclo de vida. Las empresas que participaron en el proceso de concesión de las licencias ambientales se comprometieron a construir un mecanismo de transposición, la denominada “escalera de peces”. Pero las pruebas indican que la medida no ha tenido ningún efecto. Ya que estudios como los de Paul Van Damme y Marilia Hauser muestran que, al igual que las poblaciones de bufeos, el gran bagre quedó aislado por las represas.

Las aves pierden sus bosques 

El Uirapuru naranja: ya no se encuentra en las selvas del Madera

Para las aves del Amazonas, las llanuras de inundación y los igapós son tan importantes como los ecosistemas de “tierra firme”. Son ambientes que sufren grandes transformaciones dependiendo de los períodos de inundación o reflujo. Por esta razón, las especies que los tienen como hábitat fueron directamente impactadas cuando el pulso del río fue alterado por las presas de Santo Antonio y Jirau.

Lo que sucede es que en los lugares donde las inundaciones se vuelven permanentes, lo que era bosque se convierte en un cementerio de árboles, un “paliteiro”.  El investigador brasileño Tomaz Melo, estudiante de doctorado en el Instituto Nacional de Investigación Amazónica (INPA) ha investigado lo que representa la supresión de los ambientes para varias especies. 

Cuenta sobre el Uirapuru naranja, una especie que en la Amazonía vive en bosques maduros de llanura inundable. Durante la investigación no se obtuvo ninguna detección en las áreas donde el bosque murió. “Esto podría indicar que toda el área inundada por los reservorios de plantas se ha convertido en una barrera para esta especie”, dice Melo.


Reducción de la pesca

El pacú, una de las especies que se ha reducido

Los pescadores también sufrieron los impactos de las represas hidroeléctricas del río Madeira. Aunque muchas investigaciones se han centrado en la reducción de las poblaciones de grandes bagres, algunas especies clave para el sector pesquero del Amazonas están desapareciendo de las redes. En los últimos años, en estudios dirigidos por el ecologista Rangel Eduardo dos Santos, de la Universidad Federal de Minas Gerais, se ha recogido información de la colonia de pescadores situada en el río Madeira. Las entrevistas con los pescadores apuntan a una reducción del 39% en la disponibilidad de las principales especies comerciales, entre ellas el pacú, el jaraqui y la branquinha.

‘’Si Dios lo permite, no vamos a permitir a que construyan Cachuela Esperanza (Bolivia) porque vamos a estar bien jodidos, ya nomás estamos sufriendo por Jirau y Santo Antonio’’, nos dijo Elías Inuma, un pescador de la Asociación de Pescadores 16 de julio, de Guayaramerín, mientras se lamentaba por la reducción de los peces en el río Beni.

La investigadora brasileña Carolina Doria, de la Universidad de Rondônia (UNIR), afirma que los investigadores se sienten con las manos “atadas”. “A pesar de todos los estudios que hemos publicado y de los problemas que hemos comunicado al Ibama, no hemos conseguido ningún avance”.

Ilustraciones de Sergio Castro

Fotografía de portada: Bufeo boliviano (Inia boliviensis). Créditos: Mara Candice Arias

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