A pesar de ser una especie protegida, en diferentes mercados negros de vida silvestre del Perú, los chamanes venden ilegalmente los colmillos, la grasa y los huesos del pene del oso andino, para ser usados en rituales, curas tradicionales y bebidas afrodisíacas.

Por Eduardo Franco Berton

La mujer en el puesto del mercado llena el vaso con un líquido rojizo y explica lo que hay en la bebida: ron blanco, siete tipos de corteza de árbol, miel, polen, una cabeza de serpiente, la planta huanarpo macho y el ingrediente clave, el hueso del pene de un oso andino.

La bebida, llamada licor Siete Raíces, parece una poción mágica que Gargamel usaría para atrapar a los pitufos. Pero es real, y es una de las numerosas curas folklóricas usadas por curanderos tradicionales o chamanes en Perú.

“Si sufres de impotencia sexual, debes raspar una parte del hueso del pene del oso y colocarlo en la bebida”, dice la mujer, cuya tienda, en la ciudad de Chachapoyas, ofrece varias curas chamánicas. “Sin embargo”, agrega, “si quieres poseer la fuerza de este animal, necesitas poner huesos enteros”.

El sabor amargo de la bebida no difiere mucho del de cualquier otro ron barato que hayas probado. La diferencia es lo que esconde: el comercio ilegal de partes del oso andino, más comúnmente conocido como el oso de anteojos. Esta especie es también el oso en el que se basa el personaje de dibujos animados Paddington.

Le pregunto a la mujer cómo obtiene las partes del oso andino.

“Los hemos traído del bosque en Lamas”, me responde, refiriéndose a una comunidad indígena en la región de San Martín, en el norte de Perú. “Hay que dispararle directamente al corazón. Si fallas, puede atacarte ya que es un animal muy fuerte”.

¿Y no te preocupa que cacen a estos osos hasta la extinción?

“¡Es dinero!”, Responde ella. “Ganamos. Los cazadores también ganan. Con ese dinero, compran arroz, aceite y azúcar”.

Los osos andinos (la única especie de oso en América del Sur) se encuentran en Bolivia, Ecuador, Colombia, Venezuela y Perú. La Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN), que establece el estado de conservación de las especies, lo listaron como “vulnerable”. En todo el rango, sus números han disminuido entre 13.000 y 18.000, según la estimación más reciente de la UICN, publicada en el 2017.  Eso representa una disminución de un total estimado de 18.250 en 1996, cuando la UICN observó que “dada la cantidad de área que ocupan los osos, podría haber varias veces esa cantidad”. En Perú, se cree que existen unos 5.000 osos.

Debido a la situación vulnerable del oso andino, la Convención sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora (CITES), el tratado que regula el comercio transfronterizo de la vida silvestre, prohíbe el comercio de osos vivos o de sus partes.

En Perú, la protección de los osos se remonta al año 1970, con la adopción de una resolución ministerial que prohibió su caza indefinidamente. También están protegidos por una ley general para combatir el tráfico de vida silvestre. Del mismo modo, la caza y la venta de osos andinos y de sus partes están prohibidas por las leyes forestales y ambientales en cada uno de los otros países del área de distribución.

Pero a pesar de las protecciones, está claro, al menos en Perú, que la explotación de los osos andinos para usos chamánicos está muy extendida. Durante mis visitas a cinco regiones del país, ingresé en modo encubierto para documentar la venta o el uso ilegal de las partes del cuerpo del oso andino. Y fui testigo del uso de partes de más de 20 osos, y en los mercados de Lima, Chiclayo, Chachapoyas, Tarapoto y Yurimaguas, vi más de trece litros de “manteca de oso”, grasa de los osos andinos, a la venta. Los chamanes codician esta grasa y dicen que ayuda a aliviar el dolor muscular, a reparar huesos rotos, dislocaciones, hernias de la columna vertebral, parálisis y curar resfríos. También documenté cinco marcas de un producto llamado “frotación de oso”. Esta pomada afirma contener grasa de oso mezclada con extractos de hierbas naturales, eucalipto, alcanfor y copaiba, entre otros compuestos, y se promociona como efectiva para esguinces, reumatismo, artritis, dolor de espalda, dolor muscular y resfríos.

El uso medicinal de la grasa del oso andino se remonta al periodo de los Incas. Y la creencia en su eficacia persiste tanto en el campo como en las ciudades, aunque no hay evidencia científica de que ayude a aliviar cualquier dolencia.

Según Roxana Rojas-Vera Pinto, oficial de conservación de la Sociedad Zoológica de Frankfurt, algunos peruanos cazan a los osos en represalia por matar a su ganado o por sus incursiones en los cultivos de maíz. Ella dice que se sabe que los osos atacaron al ganado en 16 de las áreas protegidas nacionales donde se encuentran y que a su vez dañaron los cultivos de maíz en casi la misma proporción.

Los osos andinos son considerados “vulnerables” en todo su rango en América del Sur. La caza en Perú está prohibida desde 1970. Fotografía de Pete Oxford, Minden Pictures/NAT GEO image collection

Además de las amenazas humanas directas para los osos andinos, la pérdida de hábitat y los cambios climáticos regionales, que están alterando los patrones de vegetación y degradando los ecosistemas, también están ejerciendo presión sobre los animales, según la UICN.

Los osos andinos ayudan a mantener los ecosistemas en equilibrio. Dispersan semillas en sus heces y actúan como polinizadores transportando polen en su denso pelaje. Y, dice Rojas, asegurar el hábitat de los osos en los bosques nublados y montanos ayuda a proteger las cuencas hidrográficas que proporcionan agua a las comunidades locales río abajo.

“Tengo de todo”

Cerca de 483 kilómetros de Chachapoyas, en la ciudad noroeste de Chiclayo, capital de la región de Lambayeque, me encuentro con un maestro chamán. El hombre viste pantalones cortos y zapatillas, sus ojos grises azulados están empañados por las cataratas, y se encuentra sentado detrás de un mostrador en la parte trasera de su almacén.

Cuando me acerco, coloca un colmillo tallado de aproximadamente siete centímetros de largo en mi mano. Luego vierte una mezcla de alcohol y agua de una pequeña botella sobre el colmillo, pidiéndome que lo huela. Es parte de su ritual para proteger contra los espíritus malignos, dice.

¿Cómo sé que este colmillo es de un oso andino? Le pregunto.

“¡Soy un chamán legítimo!”, me responde. Estás hablando con un hombre serio. Mi padre y mi madre eran chamanes. Ya tengo 90 años. Soy internacionalmente conocido. En mi almacén, tengo cuatro pieles de oso. ¿Quieres verlas? ¡Ningún tonto las tiene! También tengo pieles de pumas, jaguares. “Tengo de todo”

¿Tiene más colmillos de oso?

“Te voy a mostrar otros colmillos que no están tallados”.

¿Vendes otras partes del cuerpo del oso?

“Hace diez días, tenía cinco garras de oso, pero ya las vendí. Aquí comercializo todos los días”.

El chamán le grita a su anciano asistente: “¡Dame la bolsa blanca con agujeros!”

La bolsa contiene alrededor de dos docenas de colmillos, que según el chamán son de osos andinos. Él los vende por $us 15 cada uno, explica, y se guarda algunos para su propio uso en sus rituales de protección.

Mientras hablamos, él le grita nuevamente a su asistente, preguntándole por “la otra bolsa”. El chamán extrae seis pequeños huesos curvos con forma de arco: estos son los huesos del pene de los osos andinos, dice, colocándolos en mi mano derecha. (En el Perú estos huesos son conocidos como vinzas).

Los huesos del pene de los osos andinos, dice un chamán en Chiclayo, Perú, son “muy buenos como afrodisíacos”. Fotografía: Eduardo Franco Berton

“Estos los tengo escondidos”, dice. “No podemos exhibirlos. Si lo hacemos, vendrán los de la forestal, ya he tenido problemas con ellos”. Por “forestal”, se refiere al Servicio Nacional Forestal y de Fauna Silvestre de Perú (SERFOR), que administra los bosques y la vida silvestre del país. Y por “problemas”, se refiere a las confiscaciones de sus productos de vida silvestre.

¿Has resuelto tus problemas?, y si es así, ¿cómo?

“Arreglando algo directamente con el funcionario”, responde.

Las vinzas, continúa, son “muy buenas como afrodisíacas. Las raspo como harina y las pongo en una botella de licor Siete Raíces. La botella te costará 500 soles”. (Alrededor de $us 150 dólares). Yo soy el chamán más famoso de Lambayeque”, me dice con orgullo. “La gente me visita desde diferentes partes del Perú”.

La crema milagrosa

En un pasillo del mercado La Parada, en Lima, un chamán frota el brazo de una mujer con “manteca de oso”, como denominan localmente a la grasa del oso andino. La mujer espera aliviarse de un dolor muscular en su brazo.

“¡Dame tu mano! ¡No tengas miedo! Mientras usas mi manteca, también debes usar esta piel de serpiente para aliviar tu dolor dentro de tres días”, dice. El chamán envuelve el cuero de un boa constrictor alrededor de su brazo.

En Moshoqueque, un mercado en Chiclayo, una vendedora me muestra grasa pura de oso andino en una botella de plástico de medio litro.

Le pregunto cómo se extrae la grasa y si podría obtener más si quisiera un poco.

“Sacas la grasa de la piel con un cuchillo y la pones en una sartén”, dice ella. “Entonces la derrites y la guardas”. Ella agrega: “En 15 días, el chico me traerá más”.

“El cazador nos trae al oso completo y seleccionamos las piezas que queremos comprar”, dice la vendedora. Ella me muestra lo que dice que es un pene de oso seco, el cual está a la venta por un poco más de $us 750. La mujer dice que ella misma lo extrajo del cuerpo de un oso que le habían traído previamente. “La vinza es muy buena para curar la impotencia sexual. Pero sólo tengo esta pieza, he vendido la otra parte”, dice.

Una de las pomadas de oso que observé estaba etiquetada con el nombre de Vergel S.A. Pero cuando busqué en la base de datos de la Superintendencia Nacional de Aduanas y Administración Tributaria (SUNAT), la agencia responsable de recaudar impuestos e identificar el contrabando y la evasión fiscal, no pude encontrar ningún registro de alguna empresa con ese nombre.

Una investigación realizada entre los años 2002 a 2007 por Judith Figueroa, una ecóloga de la vida silvestre de la Asociación Peruana para la Investigación y Conservación de la Biodiversidad, reveló hallazgos similares. “De las 16 presentaciones diferentes de productos de oso observadas, el 81.2 por ciento no estaba registrado o era falso según la Superintendencia Nacional de Administración Tributaria”. Según Figueroa, “es probable que SUNAT no tenga conocimiento de la venta del producto de oso por parte de estas personas naturales y empresas”.

Figueroa también observó que los productos de pomada de osos llevaban etiquetas con imágenes de, un oso polar, un oso pardo, un oso negro americano y un panda. Los vendedores le aseguraron, sin embargo, que la pomada estaba hecha con grasa de osos andinos. (Las etiquetas falsas probablemente tenían la intención de distraer a las autoridades).

Hacer cumplir la ley y reducción de la demanda

Sam Shanee, director de Neotropical Primate Conservation, una organización sin fines de lucro establecida en el Reino Unido con oficinas regionales en Perú y Colombia que ha estado combatiendo el tráfico de vida silvestre en América del Sur, dice que el problema es más grave en Perú. Aunque las multas son más estrictas ahora, dice, “el tráfico de vida silvestre está más oculto, está fuera de la vista pero aún existe”. (La multa por cazar, almacenar, recolectar y ofrecer a la venta productos y subproductos de la vida silvestre se ha incrementado de $us 180 a un poco más de $us 1.500. También, el código penal de Perú establece una sentencia de prisión de hasta cinco años por delitos contra la vida silvestre.)

Antes, cuando ibas a un mercado, veías animales o partes de animales en venta, dice Shanee. Ahora, en lugar de mostrar abiertamente productos ilícitos, los propietarios de tiendas pueden, por ejemplo, mostrar un loro como una señal codificada para los clientes. Si le preguntas a los vendedores, “te traerán monos, pájaros, perezosos o cualquier cosa que solicites. Casi a pedido”, me dice.

Él comenta que las autoridades están obstaculizadas por la falta de coordinación. “La policía ecológica, las autoridades ambientales regionales y los fiscales tienen que trabajar juntos para llevar a cabo las operaciones de confiscación. Entonces, es muy difícil para todos actuar, y eso es una gran debilidad”.

Yuri Beraún, un especialista en manejo de vida silvestre del Ministerio de Medio Ambiente, dice que “las instituciones responsables de aplicar la ley tienen dificultades operativas y técnicas, ya que no cuentan con el equipo para transportar a los animales que confiscan”. Además, comenta que la rotación de personal especializado es elevada.

Para contrarrestar lo que Shanee ve como deficiencias de cumplimiento, en el 2014 estableció el proyecto Denuncia Fauna. Una iniciativa que permite a los civiles, de forma anónima, proporcionar a Neotropical Primate Conservation denuncias de tráfico de vida silvestre, con las que la organización luego alerta a las autoridades pertinentes.

Pero, expresa Shanee, de las 175 denuncias presentadas por denunciantes entre el 2014 y el 2016, el 74 por ciento no culminó en ninguna acción judicial y el 26 por ciento resultó en el rescate de un animal. Únicamente un tres por ciento fueron investigadas por fiscales y del total de las demandas, aproximadamente 15 estaban relacionadas con las partes de los osos andinos. (Neotropical Primate Conservation ha estado involucrada en el rescate de siete osos cautivos vivos). De los 619 casos de delitos contra la vida silvestre en Perú desde el 2010, ninguno ha involucrado osos andinos, según la información proporcionada por el Ministerio de Justicia.

Henry Carhuatocto, presidente del Instituto para la Defensa Legal del Medio Ambiente y el Desarrollo Sostenible, una organización peruana sin fines de lucro con sede en Lima, dice que es crucial reducir la demanda de curas chamánicas. “Para lograr un litigio estratégico en asuntos ambientales”, explica, “deben sancionar no sólo a quienes matan al oso sino a quienes demandan los productos. De esa manera cerraremos el ciclo”.

Pero, agrega, Perú necesita más jueces ambientales. “Creo que tenemos el vaso medio lleno. Lo que nos falta son jueces especializados en asuntos ambientales. “La única región que tiene un tribunal ambiental es Madre de Dios, por lo que no puedes llevar a una persona que comete un delito de tráfico de vida silvestre a la cárcel en una región diferente”.

Flor María Vega, la coordinadora nacional de las Fiscalías Especializadas en Materia Ambiental del Perú (también conocida por su acrónimo en español, FEMA), está de acuerdo. “Consideramos importante que los jueces y los fiscales adquieran conocimientos especializados sobre el manejo de la vida silvestre para comprender la importancia de su conservación y unificar los criterios que garantizan la justicia ambiental en casos de delitos relacionados con el tráfico de la vida silvestre”.

El líquido naranja-marrón en las botellas que están frente a la bolsa de plástico en esta tienda de productos de vida silvestre en Lima, Perú, se ofrece como grasa de oso andino. Su uso medicinal se remonta al periodo incaico, pero no existe evidencia científica de ningún poder curativo. Fotografía: Eduardo Franco Berton

Vega también señala que FEMA no tiene la capacidad de monitorear los mercados donde los productos de vida silvestre se comercializan ilegalmente en violación de la CITES y de realizar búsquedas e incautaciones como lo requieren las autoridades CITES de Perú.

“La cantidad de personal especializado para dicho trabajo es insuficiente, teniendo en cuenta la carga procesal que cada oficina maneja”, dice Vega. “Por lo tanto, se podría suponer que la iniciativa del gobierno peruano de implementar la convención CITES para detener el tráfico ilegal de vida silvestre no está funcionando por completo”.

Lo que ayudaría, dice Vega, es que el Ministerio del Medio Ambiente asigne fondos para apoyar las inspecciones de FEMA. En la actualidad, comenta ella, no hay dinero destinado para esto.

El Ministerio del Medio Ambiente donde trabaja Beraún, dice que la Estrategia Nacional de Perú para Reducir el Tráfico Ilegal de Vida Silvestre ha realizado avances significativos en la identificación de las principales rutas de tráfico para los productos de los osos andinos. El próximo paso, dice, “es llevar a cabo acciones de inteligencia y castigar no sólo al consumidor final sino al que está haciendo el mayor daño: el intermediario”.

El día después de mi visita a la tienda de productos chamánicos de Chachapoyas, volví a pasar por el lugar.  El padre de la mujer, un maestro chamán que, según ella, es un experto en diferentes tipos de magia, estaba limpiando la piel de un oso andino en el suelo con un cepillo.

Para los clientes que vienen a la tienda a comprar partes del cuerpo de osos andinos o pociones elaboradas con partes de osos, esta visión sería ratificadora: ya que mostraría que los productos de osos andinos que están a la venta son probablemente genuinos.

Imagen principal: Los osos de anteojos, también llamados osos andinos, son cazados ilegalmente en Perú por sus partes del cuerpo, las que son utilizadas en curas chamánicas. Foto: Kevin Schafer, Minden Pictures

Este artículo fue publicado originalmente en inglés el 31 de mayo de 2019, en National Geographic .

(Este reportaje obtuvo una mención de honor en los Society of Environmental Journalists (SEJ) Awards de 2020)

Esta imagen tiene un atributo ALT vacío; su nombre de archivo es Eduardo-Franco_cortada-817x1024.jpg

Eduardo Franco Berton es periodista de investigación ambiental, fotógrafo y documentalista. Sus reportajes han sido publicados en National GeographicMongabayMongabay Latam, Earth Journalism Network, O Eco, entre otros medios internacionales, además de distintos periódicos y revistas en Bolivia. Escribe sobre las selvas tropicales, el tráfico de vida silvestre, crímenes ambientales, la explotación de recursos naturales, aspectos indígenas, además de otros temas medioambientales en América Latina. Es fundador y editor de la Red Ambiental de Información (RAI).

Comparte este artículo por: