Una carretera podría impedir que 2,5 millones de habitantes del área metropolitana de Santa Cruz, que además del municipio de Santa Cruz de la Sierra, incluye a los municipios de La Guardia, Warnes, Cotoca, El Torno y Porongo, tengan agua subterránea en cantidad, calidad y además paguen por la potabilización.

Por Erika Bayá

De acuerdo a datos de la Gobernación de Santa Cruz, se estima que en el área metropolitana de Santa Cruz cada uno de los 2,5 millones de habitantes consumimos en promedio 150 litros de agua por día,  por lo que, para potabilizar 375 millones de litros de agua superficial, esta ciudad tendría que invertir aproximadamente 100 millones de dólares al año, monto que tendríamos que pagar entre todos los habitantes. Para tranquilidad de todos, aún no hemos llegado a esa situación y los vecinos de esta urbe tenemos agua subterránea abundante y de calidad, sin embargo, el agua es un recurso finito, se acaba en la medida en que no se toman los recaudos necesarios para proteger y conservar todas las áreas que hacen posible el ciclo del agua y la recarga hídrica.

En los últimos meses un dilema, seguido de reclamos de algunas comunidades de Porongo y bloqueos en Buena Vista, ocupó a las autoridades de la Gobernación de Santa Cruz, que tuvo que frenar la otorgación de la licencia ambiental para la construcción de una carretera que uniría Porongo, Tres Cruces y Buena Vista. Inicialmente, el gobierno departamental estuvo de acuerdo con la Administradora Boliviana de Carreteras (ABC) en el proyecto carretero, pero que luego se hizo inviable porque la propuesta pasaba por medio de la Unidad de Conservación del Patrimonio Natural – Paisaje Protegido Departamental Güendá – Urubó, un área protegida creada en 2021 mediante la Ley Departamental 208. Esta reserva natural, está ubicada entre los municipios de Porongo, Buenavista y Portachuelo, y es vecina al Parque Nacional y Área Natural de Manejo Integrado (ANMI) Amboró y entre otras riquezas naturales resguarda en sus 44.711 hectáreas, la principal fuente de agua para el área metropolitana de Santa Cruz.

Según datos difundidos durante el taller “Desafíos de Santa Cruz Metrópoli: Seguridad Hídrica”, donde la RAI estuvo presente, la UCPN Güendá – Urubó recarga el 60% de los recursos hídricos subterráneos de los que hacen uso 2,5 millones de personas en la región metropolitana de Santa Cruz. Eso quiere decir que 225 millones de los 375 millones de litros de agua potable que se consumen al día en Santa Cruz de la Sierra, provienen de estos reservorios.

Vista área de la Unidad de Conservación del Patrimonio Natural Güendá – Urubó. Foto: Ernst Drawert / RAI

“Si no tuviéramos esa cantidad de litros de agua subterránea, todos los habitantes tendríamos que pagar por el servicio de potabilización, y esos 100 millones de dólares tendrían que incrementarse a la factura de todos los ciudadanos, un monto que cada año iría aumentando en función al crecimiento demográfico, porque la población en Santa Cruz de la Sierra crece al 3.3% de manera sostenida”, detalló el vicegobernador Mario Aguilera.

Para la autoridad departamental, estos recursos hídricos no son solo para el uso diario de la población, son también para producir y ésta región metropolitana aporta con el 20% al Producto Interno Bruto (PIB), entonces considera que esto hay que tomarlo con mayor seriedad y no poner en riesgo estas zonas de recarga hídrica preferencial, cuyos estudios se remontan a más de 15 años atrás.

Este dato es reforzado por Pamela Revolledo, presidente del Colegio de Biólogos de Santa Cruz (Colbiocruz), quien considera que el agua no es solo un tema ambiental sino de salud pública, economía y bienestar. “Santa Cruz es la locomotora del desarrollo, recibe 13 mil migrantes anuales. Para entender las necesidades del agua, debemos comprender las dinámicas poblacionales ¿Qué va a pasar con las exportaciones, la ganadería, la industria si no hay agua? ¿Es sostenible mantener a la locomotora del desarrollo sin este recurso? El área metropolitana, concentra el 60% de la población, cuyo futuro depende de la decisión que se tome ahora con respecto a esta zona de recarga hídrica”.

Para tener una idea más clara del consumo del agua en la industria, la presidente de Colbiocruz puso como ejemplo la producción de la leche y dijo que para producir un litro se necesitan mil de agua y de los 1,9 millones de litros de leche al día que produce Bolivia 1,2 millones se producen en Santa Cruz, siendo Warnes cabeza del sector, es decir que esta actividad económica que genera más de 30 mil fuentes de empleo, y requiere 26 millones de litros de agua.

“Pero no solo es economía, el hecho de conservar nuestros acuíferos es también un tema de salud pública. Solo en un quirófano se necesitan 100 litros de agua por intervención ¿Qué hubiera sucedido durante la pandemia por el COVID-19 si no hubiéramos tenido agua? Los problemas virales se están incrementando por problemas de deforestación y pareciera que en Santa Cruz no estamos conscientes de estos procesos, donde el agua es un elemento crucial para la supervivencia”, alertó la experta en biología.

Y para entender mejor cómo llega este recurso vital a estos reservorios protegidos en Güendá – Urubó, el especialista en recursos hídricos Juan Carlos Sauma Haddad y responsable de uno de los estudios elaborados en 2006 para la Fundación Natura, explicó que el río Piraí es una zona de humedad desde el punto de vista hidrogeológico, que tiene como área de recarga preferencial todas las nacientes de la cuenca del río Pantano en la margen este (40% de la recarga); mientras que Santa Cruz de la Sierra y La Guardia tienen como área de recarga preferencial todas las nacientes de la cuenca del río Güendá que son los tributarios al río Piraí (60% de la recarga). “La decisión de proteger esta área está basada en estudios serios, extensos”, recalca Sauma.

La ciudad de Santa Cruz de la Sierra y La Guardia tienen como área de recarga preferencial todas las nacientes de la cuenca del río Güendá, que son los tributarios al río Piraí. Foto: Ernst Drawert / RAI

Ese reservorio, es como una esponja que absorbe el agua de una manera muy eficiente y que además la filtra hasta que alcanza una calidad excelente, se trata de un almacenamiento de agua naturalmente potable, y es gratuito. “No preservar estos acuíferos significa un costo elevado que tendría una repercusión en la tarifa que la pagaremos todos y lógicamente afectará a los más pobres”, enfatizó durante el Taller.

Para Sauma proteger solamente esta zona no es suficiente, es importante preservar todas las áreas boscosas y sobre todo el Parque Amboró. Explica que con el incremento de las temperaturas globales de los últimos 60 años se ha sobrepasado la temperatura media y la deforestación contribuye a lo que se denomina hidrología extrema, quiere decir que las tormentas son cada vez más intensas y en los lugares donde ya no hay bosque el agua no infiltra, corre y se rompe el ciclo que recarga los acuíferos. Naturalmente los bosques amortiguan la lluvia, controlan la erosión y protegen la biodiversidad. La protección del bosque es esencial porque genera mayor infiltración y recarga de acuíferos.

Pamela Revolledo coincide con Sauma y dice que de nada va a servir tener el área de la recarga super bien conservada si no hay lluvia, la lluvia viene del bosque, en este caso del Amboró, aunque el ciclo del agua que recarga nuestros acuíferos es incluso más largo, viene desde el Océano Atlántico, es un proceso integral que nos obliga a mirar más allá de la ciudad de Santa Cruz, por eso debemos entender ¿Qué es lo que estamos haciendo? En vez de hacernos más fuertes para enfrentar los riesgos del Cambio Climático, nos vamos a poner en una situación de mayor vulnerabilidad por una carretera.

Revolledo lanzó otro dato para la reflexión y dijo que el consumo en Santa Cruz de la Sierra de 150 litros al día por persona es la tasa más alta en el país. “Lavamos autos y hasta el piso con agua subterránea de excelente calidad, esto es irracional, sabiendo que en otras ciudades de Bolivia y del mundo, la gente sufre por la falta de este preciado recurso vital”. 

Sandra Quiroga, ingeniera ambiental y activista de la Plataforma por los Bosques y la Vida también recalca y dice que existen dos áreas de bosque que hay que proteger, una local donde se encuentra la Reserva Privada del Patrimonio Natural Arubai y el Parque y ANMI Amboró. Explica que el acuífero cruceño tiene distintas áreas de recarga hidrológica y la correspondiente a la zona del Güendá – Urubó, es un área de recarga preferencial de agua joven con una superficie de 18.324 hectáreas, pero tiene un caudal extraíble limitado, por eso se evidencia la necesidad imperiosa de tomar medidas para conservar los bosques que mantienen las zonas prioritarias de recarga.

Los bosques de la Reserva de la Reserva Privada del Patrimonio Natural Arubai, llegan hasta el río Güendá. Foto: Ernst Drawert / RAI

Agua o carretera

“No estamos en contra de la carretera, estamos plenamente a favor de una vinculación para que las comunidades no queden desfavorecidas, para ello hemos trabajado cuatro propuestas alternativas al trazo de la ABC. Queremos analizar cuál es la mejor opción para no poner en riesgo los recursos hídricos”, dijo el vicegobernador Mario Aguilera. 

Durante el desarrollo de este reportaje, la Gobernación, los municipios y varios actores involucrados, se reunieron con la Sociedad de Ingenieros de Bolivia (SIB) para presentar las cuatro alternativas, que los especialistas técnicos de la SIB se comprometieron a analizar y luego hacer la recomendación técnica más adecuada.

De acuerdo con las declaraciones del vicegobernador, las opciones que presentó el departamento seguramente tendrán cambios económicos. La ABC propone un trazo que bordea el ANMI Amboró, una zona con accidentes topográficos, que necesitará mayor inversión en puentes, en obras de arte, pero además el riesgo que significa exponer nuestros recursos ambientales a la depredación, avasallamientos, generación de asentamientos ilegales, entre otros.

Juan Carlos Sauma detalló que la carretera propuesta por la ABC pasa por las poblaciones de Huaytú, Santa Fe de Amboró, las Cruces, Terebinto, Porongo y termina en la intersección de la ruta 9 con la 7 (punto que une la carretera antigua a Cochabamba, con la carretera a Camiri). Considera que el gran problema de este trazo es que inducirá a la deforestación. “Todas las carreteras en Bolivia presentan un efecto a largo plazo en el sentido perpendicular a la carretera y en esta zona la pérdida de bosque afectará la seguridad hídrica y por muchas medidas coercitivas que se quiera imponer, habrá deforestación, esa es una realidad objetiva que no se puede negar”.  

Sobre el trazo alternativo, Sauma explicó que el objetivo de esta carretera es desviar el tráfico de la ruta nacional 4 (Cochabamba – Montero) hacia la frontera con Argentina, sin pasar por la ciudad de Santa Cruz.

En ese sentido, la Gobernación propone una ruta que preserve la UCPN Güendá – Urubó y que además sea de menor costo. Una de las opciones parte de Buena Vista por la carretera existente hasta el desvío hacia Caranda (ahí hay un ahorro de 18 km), en ese punto gira hacia el sur por la ruta departamental que tiene terraplén, derecho de vía consolidado (ahí hay otro ahorro); al llegar a Caranda empalma con la carretera del gasoducto, llega a la altura de La Perdiz donde gira hacia el sur y este es un tramo que requiere obras de inicio a fin, es un tramo en zona plana sin necesidad de obras complejas. La carretera de la ABC requiere 212 millones de dólares, en cambio este tramo 160 millones. “Ponemos sobre la mesa, una propuesta que no solo preserva el área protegida en cuestión y el PN-ANMI Amboró, sino que ahorra 62 millones de dólares”, dijo Sauma.

Para Mario Aguilera desarrollar un trazo nuevo con menos accidentes topográficos, menos obras de arte, menos distancia, mejor suelo, va a repercutir sustancialmente en el costo. “Nada vale poner en riesgo el agua de la que nos servimos todos los ciudadanos de Santa Cruz”. 

Entre urbanizaciones y comunidades

El Paisaje Protegido Departamental Güenda – Urubó no tiene tierras fiscales, está todo consolidado, se han identificado 34 comunidades, sin embargo, el problema son los propietarios privados que especulan con el incremento del valor de la tierra. El boom inmobiliario en la zona ya ocasionó que en 2017 la Gobernación dicte una pausa administrativa para frenar las licencias ambientales, seguida de una auditoría ambiental. Hace cinco años entre Porongo, Colpa Bélgica y Portachuelo había más de 150 proyectos urbanísticos, de los cuales solo 12 tenían licencias ambientales, 30 estaban en proceso y más de 100 incumplían este requisito. 

En la actual gestión del gobierno departamental, tienen un cronograma de inspección que está llevando adelante la Dirección de Calidad Ambiental, con el fin de identificar, procesar y sancionar a las urbanizaciones sin licencia ambiental.

En 2016, la proliferación de urbanizaciones en esta zona llamó la atención de la Plataforma del Medio Ambiente y la Vida y fue precisamente gracias a este movimiento ciudadano que se impulsó a la Gobernación para que se dicte la pausa administrativa, la auditoría y se promulgue luego la Ley Departamental N° 208.

De acuerdo con la explicación de Juan Carlos Sauma, toda el área donde se realizaron estudios sobre la recarga hídrica hasta Portachuelo está divida en tres zonas: La A1 de preservación estricta donde se encuentra Güendá – Urubó, la zona A2 que es un área antrópica de intervención limitada de amortiguamiento y la A3 hacia el norte que es una zona de urbanizaciones.

Para el especialista en hidrología, un tema que también preocupa es la velocidad de ocupación del suelo, si bien hay una transformación de tierra agropecuaria y forestal en tierra urbana, fenómeno que está ocurriendo, la velocidad de ocupación del suelo es muy baja porque si bien se generan lotes, la gente los compra, pero no los ocupa, en este caso el impacto es fuerte, porque los deforestan innecesariamente, concluyó.

Arubai, un bosque en el corazón de Güenda – Urubó

Al interior de la Unidad de Conservación del Patrimonio Natural – Paisaje Protegido Departamental Güenda – Urubó, se encuentra Arubai, una propiedad privada que fue registrada ante el Estado boliviano como Reserva Privada del Patrimonio Natural (RPPN), una figura de conservación estricta establecida en la Ley Forestal, debido, entre otros valores, a su gran riqueza florística endémica.

Varias especies fueron bautizadas con el nombre del predio, como la Bromelia arubaiensis, o la Garcinia arubayensis, por haber sido ahí el primer o único lugar en el mundo donde esas especies se han encontrado, hasta ahora.

Bromelia arubaiensis, asipaote y garcinia arubayensi. La población de Bromelia arubaiensis que existe en el bosque de Arubai en la cuenca del Güendá, es la única conocida hasta el momento en el planeta. Fotos: Reserva Arubai

Arubai además de ser una RPPN, acaba de recibir una certificación TIPA (Áreas Tropicales Importantes para las Plantas), una iniciativa promovida por PlantLife International y el Royal Botanic Gardens Kew de Londres, que combina una serie de criterios para encontrar lugares en el mundo con el mayor valor de conservación para las plantas amenazadas o en peligro de extinción. En Santa Cruz esta iniciativa se inició en alianza con el Museo de Historia Natural Noel Kempff, en las regiones con vegetación chiquitana, donde lograron identificar 18 TIPA, que en conjunto albergan más del ochenta por ciento de la flora endémica chiquitana.

Se trata de una zona de transición de las especies chiquitanas, pero también andino amazónicas. Es el sitio más cercano a la ciudad de Santa Cruz donde se puede observar la Paraba militar (Ara militaris), así mismo, es el límite de distribución del tucán labrador, hay poblaciones de manechis colorados, pumas, entre otros. También es un sitio de liberación de animales pequeños y donde los estudiantes de la UAGRM hacen prácticas de investigación. 

Estas tierras que el botánico y escritor Germán Coimbra Sanz dejó como herencia a sus hijos, forman una isla verde en el centro de la UCPN junto a otras dos propiedades, que también pertenecen a personas ligadas a la conservación de la naturaleza. Sus senderos te llevan por sitios de bosque con árboles de gran porte, similares a los de una parte del Parque Amboró, pero también hacia el Infiernillo un lugar con un paisaje y una vegetación totalmente distinta. “Somos TIPA porque en el Infiernillo hay un gran porcentaje de vegetación chiquitana, es un remanente de ese ecosistema y esta zona no estaba representada en ninguna área protegida. Lamentablemente, está siendo rápidamente destruida por las urbanizaciones”, contó Javier Coimbra, uno de los copropietarios.

Un Tejón es captado en los bosques de Arubai. Foto: Reserva Arubai

Al consultarle sobre la afectación de la carretera, contó que en 2012 ya hubo una audiencia sobre este tema, sin embargo, considera que es una zona de suelo frágil y se erosiona rápidamente cuando no tiene cobertura boscosa, por lo tanto, van a requerir mucho movimiento de tierra, para Coimbra el planteamiento de la Gobernación cambia el debate y abre otras posibilidades.

Sin bosque estas tierras no sirven ni para ganadería ni agricultura, solo como patrimonio inmobiliario. “Aquí solo da el achachairú, entonces la única forma de monetizar es vendiendo tierras, varias urbanizaciones se han detenido con la crisis de los últimos años, mientras tanto se ha convertido en una zona de engorde”, comentó Coimbra.

Un Melero es captado por cámaras trampa en la Reserva Arubai. Foto: Reserva Arubai

Nos dice, en resumen, que el suelo del bosque es más frío, por eso la evaporación en un área deforestada, es enorme, ‘’en un campo pelado el agua no se infiltra, se va, y llueve menos’’. Con la carretera habrá más deforestación, menos infiltración y más erosión. Existen muchos ejemplos de ciudades en el mundo donde sus habitantes soportan la falta de este recurso, sin llegar muy lejos en la Chiquitania, que no tiene agua subterránea, como en el municipio de San Ignacio de Velasco que sufren grandes problemas por falta de este líquido vital, todos dependen del agua superficial y por el desmonte llueve cada vez menos y la represa no llega a llenarse. 

Para él, aunque Güendá – Urubó no fuera área protegida, es una zona sensible y es la antesala al Parque Amboró. “El bien mayor es el agua, hay que garantizar como sea este recurso que viene del Parque Nacional, allá llueve, el agua se infiltra y llega a estos reservorios, en este sentido hablar de anulación del área protegida departamental son palabras mayores. Todo el secreto está en lograr que el agua se pueda infiltrar, cualquier cosa que afecte la infiltración, es mala política”, concluyó. 

Imagen principal: vista aérea del Río Güendá. Foto: Ernst Drawert / RAI

Comparte este artículo por: